domingo, 5 de diciembre de 2010

Iniciando el camino hacia el autoconocimiento

Me decido a iniciar este blog por el interés que me despierta todo lo relacionado con la Psicología, la Antropología, la Neurociencia, la Filososía y cualquier disciplina concerniente al  mejor conocimiento y análisis de la mente, los sentimientos y el potencial de las emociones humanas. Recientemente me embarqué en el estudio de la inteligencia emocional, ya que escuchaba este término reiteradamente sin saber muy bien el alcance exacto de su definición. Aunque pueda sonar a falta de modestia, siempre me he considerado una persona inteligente, talentosa, con habilidades sociales...al menos eso creía; sin embargo, en ciertos momentos de mi vida, influenciados por sucesos muy estresantes, he comprobado que mis emociones comenzaban a ser descontroladas, aplicaba respuestas desmedidas ante determinadas situaciones y canalizaba incorrectamente la intensidad de estas respuestas. Evidentemente, estas reacciones no me hacían sentir bien; mis emociones se adueñaban totalmente de mí y me inhabilitaban para desarrollar una mínima capacidad de empatía hacia los demás. Mi vida empieza entonces a convertirse en una continua inestabilidad física y espiritual, me estaba aislando, fracasando en mi vida laboral, social, amorosa...no es objeto de esta entrada aburrir al personal con mi compleja experiencia personal sino de transmitir que a veces nos falta autoconocimiento y control emocional. No podemos cambiar nuestro carácter, nuestro temperamento, eso forma parte de nuestra personalidad pero sí podemos "sentir, entender, controlar y modificar los estados anímicos propios y ajenos". Muchos estudios han demostrado que personas con un gran coeficiente intelectual pero limitadas habilidades emocionales tendrán menos éxito en la vida que aquellas con menor intelecto pero mayor capacidad de inteligencia emocional. Cuando hablamos de control emocional nos surge, al menos a mí, una pregunta: ¿es bueno controlar, reprimir nuestras emociones? ¡son emociones! pero es que no se trata de reprimir nuestras reacciones ante cualquier estímulo. Se trata sólo de modificarlas en parte, de minimizar una respuesta emocional inconveniente en ciertas situaciones. Podemos potenciar nuestra capacidad para controlar estados de ánimo negativos como la ira, la tristeza, la ansiedad...y encontrar el equilibrio para proyectar las emociones apropiadas en cada circunstancia, incluyendo el control de las emociones positivas. Podemos poner un ejemplo práctico con el entusiasmo: el entusiasmo es una emoción positiva y muy recomendable por ejemplo para la productividad y eficiencia en la vida  laboral. El entusiasmo está motivado por el interés y nos ayuda a emprender algo con ganas y energía. He leído definiciones muy interesantes del entusiasmo como:  "La gestión del entusiasmo es la gestión del sentido: si algo no tiene sentido, no nos puede entusiasmar". Pues bien, si pecamos de entusiasmo excesivo también podemos generar problemas que derivan en un sentimiento de frustración. Imaginemos a alguien a quien le encanta aprender, aprender mucho y en muchos ámbitos, a veces se entusiasma y quiere hacer cursos de todo: inglés, chino, danza del vientre, inteligencia emocional, cocina, taller de papiroflexia, reiki, historia, mantener varios blogs...lógicamente este entusiasmo es excesivo y contraproducente: derivará en intentar abarcar demasiadas cosas que a veces no son sostenibles o no se llegan ni a iniciar; ¿y qué produce ésto? un estado de frustración. Un control del entusiasmo nos conducirá a abarcar menos cosas pero a una mayor efectividad. Podremos así centrarnos más y mejor, y sentirnos más satisfechos en la consecución de objetivos.
Esto es todo por hoy, espero aportar las cosas que vaya aprendiendo en cuanto a inteligencia emocional así como temas psicológicos interesantes en general. Gracias y buen puente a todos.

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